Ilustración: @ojedavirto |
Existe cierta tendencia en la población a no percibir la malnutrición -por exceso o por defecto- cómo un problema de salud. Esto hace que el interés de las personas por acudir a las actuaciones de éste y otros programas que pretenden promover la salud alimentaria, es escasa. Siempre hay algún acontecimiento que ofrece mayor interés, baile, cumpleaños, actividades extraescolares.
Ante esta realidad, los profesionales sanitarios adoptamos una actitud proactiva. Cuando los escolares llegan a consulta, se realiza control de peso, se sondean las ultimas ingestas, se pregunta si ha desayunado y que ha tomado y se intenta que visualicen , que comprendan, sobre todo los padres, el por qué de la necesidad de una alimentación sana, con verbalizaciones y ejemplos tales como mostrarles una articulación (dedos) y presionarles para significar la sobrecarga y así demostrarles que a la larga todo el sistema osteoarticular puede sentirse resentido, afectado, o comparando el corazón con el motor de un coche, si el corazón de un niño es equivalente al motor de un utilitario y le ponemos carrocería de camión, con el tiempo, el corazón (motor) tendrá problemas. O estableciendo paralelismo con los ingresos de dinero en las cuentas corrientes o el de calorías en nuestro cuerpo, y los gastos. Si ingreso y no gasto, el deposito ira aumentando. Igual pasa si ingresamos calorías y no tenemos una vida activa. Aumentamos nuestro peso con las consecuencias antes descritas.
Si está leyendo esto y tiene contacto con menores, transmítale esta información. Aprender a comer bien, es aprender a vivir mejor.
Carmen Arias Cebrián
Consulta este vídeo sobre comida y emoción:
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